Campeche, evoca una ciudad centenaria que ha visto en el transcurso de los años de su existencia el andar por sus costas de cayucos indígenas mayas, navíos mercantiles transportando el palo de Campeche, barcos piratas y buques petroleros.
La ciudad, declarada desde 1999 patrimonio de la humanidad, es un gran atractivo para una visita de mochileros.
¿Cómo llega un mochilero al centro histórico?
Durante el recorrido en autobús se puede ir mirando la línea costera y apreciando el contraste azul con el verde de la zona de manglares y árboles de tinto.
En la terminal de autobuses, se puede tomar el servicio de taxis, aunque también hay transporte público en línea de camiones urbanos que dicen mercado-centro. El costo, de seis pesos, sirve para que conozcas la zona del mercado donde por primera vez te encuentras con vendedores de aguas, que con acento campechano, suben a ofrecerte aguas de horchata, pitaya, te (te negro endulzado), y cebada, bebida de la graminea seguramente de extracto colonial.
¿Dónde hospedarse?
Nos hospedamos en el hotel Campeche, ubicado frente la plaza principal de la ciudad. Se trata de un edificio colonial de tres patios que originalmente era una casona y donde nació el ilustre Justo Sierra. En la actualidad es un hotel modesto y limpio que es adecuado para pasar la noche a bajo costo si no te incomoda tener una televisión con un solo botón que sirve para encendido, volumen y cambiar a los únicos dos canales que se pueden ver.
Una ciudad colonial
El centro histórico se caracteriza por edificios coloniales de sobria arquitectura, en atrevidos colores.
La zona está delimitada por fragmentarias murallas que protegieron a la ciudad del embate tanto de piratas como de gobiernos en guerra, las cuales fueron desmanteladas en el s. XIX. Aún así los baluartes y puertas, te trasladan a una época de comercio marítimo y enfrentamientos navales. El antiguo hexágono fortificado es en la actualidad el área histórica, además de algunos barrios fuera de la muralla.
Comida y bebida. Tema delicado
Los lugares para comer no son tan abundantes como se pensaría. Una visita al mercado municipal te permite probar la gastronomía típica a precios módicos, aunque debemos advertir que no se trata de un mercado elegante y mucho menos limpio. Hay que elegir el área de comida que les parezca más salubre. Si se hace buena elección comerán un delicioso pan de cazón por 60 pesos.
La vida nocturna no es tan nocturna.
Sólo encuentras lugares para sentarte a tomar una bebida en dos calles del corredor turístico. El resto del centro histórico es un luminoso pueblo colonial abandonado. Casi un pueblo fantasma muy bien conservado. Un lugar recomendable es el bar Ambigus copas, en la Calle 59 del corredor turístico, donde puedes tomar un refrescante mojito acompañado de una elegante copa de botana de jicamas. Otro lugar que se debe visitar es el tradicional bar Rincón colonial, ubicado en una casona antigua a un costado de la Puerta de Tierra.
Bar Rincón Colonial, un rincón de mucha tradición
Sitios que un mochilero debe visitar en la cercanía a la ciudad
El Baluarte San José se encuentra en las afueras de la ciudad de Campeche y es un excelente destino para un mochilero. Se trata de una fortaleza, localmente conocida como "El Castillo", debido a que está enclavado en la cima de una serranía.
Se puede llegar en taxi, aunque en nuestro caso lo hicimos desde el centro en un camión foráneo que se dirijía a la Plaza Comercial Galerías, o al Parque Novia del Mar. En veinte minutos estás en el Estadio de Beisbol del equipo local, Los Piratas, donde se desciende y comienzas a caminar hacia la parte alta de esta serranía.
La parte baja está totalmente urbanizada pero siguiendo los senderos te internas en vegetación selvática y dificiles caminos escarpados, para al final llegar a la cima y darte cuenta de que es una colonia completamente urbanizada.
Al final de la calle se encuentra el baluarte, que es una edificación militar excelsa, amuralladaa, con solemnes postas de vigilanci, llamadas troneras, y un profundo foso que permite el acceso solamente a través de un puente levadizo, que te hace imaginar una época de combates navales e invasiones.
Desafortunadamente no pudimos visitar el museo del interior, debido a que estaba en remodelación, pero la vista del mar desde ese elevado peñasco, vale por sí misma la visita.
Para regresar, ahí mismo a tan solo una cuadra, pasa un camión que lleva al centro por seis pesos, y tienes la oportunidad de recorrer, tras el cristal, los barrios tradicionales con su arquitectura centenaria aun sin restaurar.
Una visita de aventura que ningún mochilero debe dejar pasar, es la Hacienda de Santa Rosa, en el vecino Municipio de Tenabó.
Ninguna guía te hablará de este lugar, y supimos de su existencia por una oscura referencia en internet. Nos dirigimos ahí, sin saber exactamente cómo llegar, en un viaje a la aventura.
El pueblo de Tenabó se localiza a 36km de la ciudad de Campeche, y se puede tomar transporte hacia ese poblado en el Mercado Municipal, donde salen unos colectivos que cuentan con aire acondicionado y en los que se viaja con gran comodidad. El tiempo de viaje es de 45 minutos y el costo es de $18.00.
En el camino puedes ir viendo la exuberante vegetación que constrasta con el blanco de la caliza de los abundantes bancos de material. Tuvimos una amable plática con un joven, estudiante de turismo y originario de un poblado del Municipio, que nos platicó de la iniciativa que tenía para incentivar las visitas a estos poblados. Se tratan de comunidades mayas que tienen un gran acervo histórico y arqueológico, además de tener producción artesanal, y muy cercanas a la ciudad de Campeche. Esperemos que en un futuro cercano, se logré el proyecto de nuestro acompañante y se implemente un programa de visitas a estos increíbles pueblos.
Tan pronto como entras al pueblo puedes ver las típicas casa mayas, y en el centro resaltan las altas y sotentosas casas históricas, reflejo de la época porfirista donde los apoderados de las cercanas haciendas de la época dorada del henequén tenían sus residencias.
Aquí puedes visitar la iglesia de la Asunción, que data del siglo XVII, así como los caseríos del siglo XIX, que enmarcan el centro. Es un poblado en el que sabemos qse realizan conservas de frutos, pero con infortunio no encontramos a la venta. También supimos de la existencia de venta de hamacas y bordados tradicionales de la blusa campechana, pero tampoco encontramos venta de estas artesanías.
Frente a ala iglesia se encuentran los bicitaxis, curioso transporte de bicicleta que nos llevó a la ranchería de Santa Rosa, que se localiza a 2.4km del centro. Por 10 pesos por persona, recorres Tenabó rumbo a Santa Rosa, observando la vida cotidiana de sus habitantes.
La hacienda es poco o nada conocida, nisiquiera por los habitantes de Tenabó. Solo hasta santa Rosa, en una pequeña tienda nos dierosn referencias:
-Por las vías del tren, hacia adelante, no muy lejos, como a un kilómetro están las ruinas.
Con esta indicación, seguimos las vías del tren.
El camino es difícil, la vía es pedregosa y en algunas partes, la amleza la cubre completamente. Vacilamos en más de una ocasión por el peligro de serpientes, pero notamos que a la izquierda había un sendero libre de vegetación que corría a lo largo de toda la vía. Bajamos para caminar por el sendero y nos dimos cuenta que estabamos andando por un pasillo construido de piedra caliza: Estábamos caminando por el antiguo camino colonial, donde alguna vez se trasnportó el henequén y en donde los caballos solariegos llevaron a sus jinetes hacendados.
Avanzamos y la incertidumbre comenzó a afectarnos. ¿En verdad había ahí una hacienda? Desanimados después de caminar bajo el sol que estaba a plomo, sugerimos:
-Si no hay nada despés de esa arbolada, regresamos.
Para nuestra sorpresa aquella arbolada vista de lejos, era una gran casa abandonada, seguida de otra más y a lo lejos otra. ¡Eran las casas de los peones!
Entusiasmados caminamos y de pronto vimos, con una luz especial del atardecer, una enorme construcción que pensamos se trataba de la capilla de la hacienda. Sorteamos la cerca y entramos al corazón de las ruinas de la Hacienda de Santa Rosa.
Es indescriptible, como la novela de un viajero del siglo XIX, descubriendo antiguas ruinas, cubiertas de maleza en la selva maya. Los muros desafiaban el paso del tiempo, los pisos, se asomaban entre la tierra y las raíces, restos de tejas francesas, se esparcían en el paisaje verde y al fondo un enorme obelisco, erguido símbolo de una época de lujos y poder, ahora, en el silencio del abandono.
No describiremos más, sigan las vías y a un poco más de un kilómetro, encontrarán una aventura hecha para ustedes.
Este es el mapa en donde se ubica la hacienda de Santa Rosa.
Y si tienes GPS, te dejamos las coordenadas:
787311.83 m E, 2216429.43 m N
Enía a la ciudad